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Carta a mi nieto

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Par Denis Gauthier

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31 enero 2024

Foto por RealPeopleGroup / iStock

“Abuelo, quiero inspirarme de tu vida”. Esta petición es el principio de una hermosa alianza. Al transmitirte mis alegrías, mis éxitos y mis fracasos, mi razón de ser y mis ganas de vivir, intentaré ayudarte, nieto mío, a captar los preceptos que han guiado mi existencia. Es gratificante cumplir este mandato amistoso, a pesar de mis limitaciones, como cualquier ser humano.

La primera premisa de una receta exitosa requiere, además de confianza, una gran dosis de humildad, de lo contrario nunca seríamos capaces de superarnos a nosotros mismos, aunque maximizáramos nuestros conocimientos externos e internos. Además, sin aportaciones reales y honestas de la comunidad, no hay posibilidad de crecer. Ignacio de Loyola[1] decía en el siglo XV: “No es la abundancia de conocimientos lo que satisface al alma, sino sentir y gustar interiormente las cosas”.

Un segundo ingrediente esencial es el sentido crítico respecto a ciertos dominantes sociales, en el esfuerzo por salir de nuestra zona de confort y vivir más felices y en armonía con nuestros propios valores. Este proceso de liberación exige mantener una postura de escucha y respeto hacia los demás.

Tercer elemento importante: no dar nada por sentado, tener sentido de lo sagrado, del discernimiento. Todo debe estar coronado por la sabiduría: “Dios mío, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para saber la diferencia” (oración guía de Alcohólicos Anónimos). Todo debe hacerse con alegría: “La felicidad”, decía Tomás de Aquino, “es seguir deseando lo que ya tenemos”. Tanto en los negocios como en nuestra vida interior, siempre hay una solución a los problemas, porque nada es imposible o insoluble si tenemos fe en la Vida.

El cuarto elemento, esencial para progresar en los negocios y primordial para una vida próspera, hace hincapié en la importancia de los encuentros auténticos y sin fecha de caducidad. Como requisito esencial, la persona honesta debe ser consciente de que nuestra época está llena de recursos y ambiciones, pero desgraciadamente es muy pobre en humanidad.

Nunca pienses en tu abuelo como una carga engorrosa, sino como un regalo necesario para tu progresión; una gran oportunidad para nutrirte intelectualmente, con conocimientos complementarios. Como cantaba Félix Leclerc, un manzano joven, como uno viejo, siempre puede producir buenas manzanas. Todo ser humano, sin excepción, debe orientar su futuro hacia los demás.

¿Podría ser que la mejor manera de alcanzar tus objetivos sea probar a meditar a diario, acompañado de respiraciones profundas? Sólo unos minutos al día podrían bastar para cambiar lentamente nuestra forma de vernos a nosotros mismos y la vida que nos rodea.

Acepté el régimen, el plan de vida de un Gran Maestro en la materia, explicado en el “Sermón de la Montaña” pronunciado por Jesús el Nazareno y que data del siglo I. Este camino hacia la felicidad, para sentirse bien, requiere mucha fuerza de voluntad y coraje, pero es muy apasionante seguirlo con fe sincera.

Aprendí a ser misericordioso, a tener un corazón puro para este mundo desprovisto de ternura, de acogida amistosa y a menudo confiado, a pesar de todo, en el ser humano. Mantener la paz, aceptar que se rían de mí por luchar por la justicia. Este Nazareno declaró que eran felices quienes ponen la justicia en el centro de su vida, insistiendo siempre en mirar al cielo, nuestra meta para todos, sin excepción.

Mi querido nieto, una gran cantidad de luz emanó de ti tras tu primera experiencia de una misa de la Natividad, ofrecida en recuerdo de la última cena que Jesús tuvo con sus apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”, dijo entonces. Aquel primer encuentro en el santuario Marie-Reine-Des-Cœurs de Montreal fue sin duda una sorpresa para ti, una experiencia inesperada que pareció cautivar tu imaginación.

Nuestra existencia perecedera se convierte en un pasaje garantizado para nuestra alma hacia la Vida eterna. No erremos el tiro. Si nos centramos en lo positivo de cada ser humano, estaremos contribuyendo a la creación sólida del mundo.

Todos tenemos un lado obscuro en nuestro interior que intentamos dominar para no perder el norte, aunque este esfuerzo nos haga a veces callados, silenciosos e incluso taciturnos. Pero, aunque se rompa muchas veces, el ser humano tiene la capacidad de mantenerse vivo. Un fémur roto y reconstituido fue el primer descubrimiento médico de nuestra civilización. Nuestra unión nos ha permitido defendernos de los depredadores, sin la cual el herido, como cualquier otro animal discapacitado, hubiera estado condenado a una muerte segura. Es más, no habría podido alcanzar sus objetivos, porque el éxito también depende del apoyo de una comunidad fuerte y sana.

Siempre tendremos que elegir entre nuestro “ego” (cólera, violencia, envidia, odio) y la Luz de nuestra conciencia. No puedo ocultar hasta qué punto nuestros corazones permanecen a menudo estancados a causa de nuestro egoísmo. Este encierro en nosotros mismos y en nuestros intereses a corto plazo nos ciega ante la miseria que abunda a nuestro alrededor.

Nuestro excesivo apego a lo que conviene, a lo que piensan los demás, nos hace insensibles a los pobres que tienden la mano. Tenemos que despertar ante la miseria.

Por último, hay que ser conscientes de que la vida y nuestra longevidad son una bendición, “un regalo del cielo”. Al mismo tiempo, la vida nos recuerda constantemente nuestra fragilidad y nuestra mutua dependencia.

No dudes en ponerte en contacto conmigo, en venir a verme, porque mi residencia de “jóvenes de antaño” no es una cárcel, sino una casa de acogida, un “pulmón” de humanidad y un “santuario’ perfumado e iluminado por bellas almas.

Acompañanos. Cuando miremos al futuro, soñaremos juntos y, si queremos, seremos buenos transmisores.

Tu abuelo atento a las maravillas de un nieto como tú.

 

Nota:

 

[1] Ignacio de Loyola fue un sacerdote y teólogo vasco español, uno de los fundadores de la Compañía de Jesús, congregación católica de gran importancia en el siglo XV.

ACERCA DE DENIS GAUTHIER

Empresario, exjesuita y de ascendencia amerindia, herencia de la que se siente especialmente orgulloso, Denis es un universo en sí mismo. Un universo que explora con paciencia y determinación, sembrando las semillas de proyectos movilizadores y amistades leales. Amante de la naturaleza y apasionado del ser humano, sabe convencer y destaca en el arte de rodearse de personas motivadas y creativas que le apoyan y siguen.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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